Cuando eres pequeño deseas marcharte bien lejos, sueñas con viajar, con estar de una lado para otro, con vivir… Sin ninguna preocupación, sin necesidad de mirarte en los espejos. Con el paso de los años, ya no deseas tanto desaparecer, prefieres conseguir una estabilidad, aprendes a valorar los momentos que pasas en casa, y empiezan a preocuparte esos espejos.
Dicen que en la vida hay trenes que sólo pasan una vez, y que si dejas que se marchen… nunca más volverán. Debemos aprovechar esos pocos guiños que te ofrece la vida, arriesgarse y ganar, o arriesgarse y perder, pero no dejar que el miedo nos impida ver esas oportunidades. Lo importante es entregarle todo a la vida, aunque creamos que no es nada... y aunque quizás no consigamos nada.
Los años pasan volando, y a veces se crece demasiado deprisa, sin tiempo para entenderlo. Cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que has perdido mucho de ese tiempo esperando a que algo ocurriera en vez de vivir el presente, de disfrutar de lo que has conseguido, de valorar lo que tienes. Intentamos borrar esos recuerdos que nos atormentan, y seguimos soñando con estrellas, dejando volar nuestra imaginación, sin prestar atención a la realidad, a esas luces de neón que confundimos en su día con estrellas.
Siempre he pensado que es mejor arrepentirse de lo que haces o dices que de lo que no te atreves a hacer o decir, aunque por hacerlo… la vida te responda con un buen bofetón en vez de con una palmadita en la espalda. Los sentimientos muchas veces te hacen decir cosas que quizás, si pensaras, no dirías. Pero es mejor decirlas que callarlas, no hay que temer a ese posible bofetón, mejor arriesgarse que quedarse sin nada.
Con los años también descubres que hay cosas que las vamos aprendiendo por nosotros mismos, otras que te las tienen que enseñar y otras que nunca te enseñaron y que hubiera sido mejor no descubrirlas por ti mismo, porque duele mucho el hacerlo. Ojalá nos hubieran enseñado lo que duele el olvido, la soledad, el amor o la muerte, pero la vida nos dejó que lo descubriéramos nosotros mismos, sin avisarnos...
A pesar de todo esto, pienso que el mirar al pasado no debe estar lleno sólo de nostalgia, debemos buscar en nuestros recuerdos pensando en el futuro, en todo lo que nos queda por vivir… Todavía estamos a tiempo de conseguir esos cromos que faltaban en nuestro álbum, de soñar con esas estrellas, de olvidar esas luces de neón. Así que, de momento, nada de adiós muchachos, que no quiero añorar mañana aquello que nunca jamás sucedió.
tan joven y tan viejo - joaquín sabina
Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;
en el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que su antojo dispusiera de mi,
ella me dio las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo di.
Así crecí volando, y volé tan deprisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió,
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.
Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron, y más de un bofetón.
Lo que se del olvido lo aprendí de la luna,
lo que se del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.
Así que, de momento, nada de adiós muchachos,
me duermo en los entierros de mi generación;
cada noche me invento, todavía me emborracho,
tan joven y tan viejo, like a rolling stone.
1 comentario:
Olé!!
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