domingo, 31 de agosto de 2014

autorretrato

autorretrato - vicente amigo y enrique morente





alguna cosa

Esto es una las cosas buenas de hacer limpieza en la habitación, que te aperecen antiguos cds que hacía mucho que no escuchabas. Recuerdo que conocí este grupo por casualidad. Hace varios años compartieron cartel con Chambao, y la curiosidad me hizo "indagar" en su música. Defienden la música gratuita, por lo que puedes descargar todos sus discos aquí: http://www.dcallaos.com/discografia/.
Muy recomendables si te gusta el flamenquito, la rumbita, la buena música y la buena gente ;-)



d'callaos - alguna cosa 


cuando el viento se las lleva

No sólo Miguel Poveda canta flamenco en España. En este país es por lo que nos da. Ahora es Poveda y antes fueron Diego El Cigala y Pitingo. El flamenco no es moda, es arte. Y no se mide por discos vendidos.



miguel campello - espineta (acústico)


fuimos el miedo que en primavera
tienen las hojas cuando el viento se las lleva


dos almas

Hace tiempo leí que cantar con el corazón logra transformar el alma de quien canta y de quien escucha. Y es que hay voces que, sin saber por qué… te llegan, sin más.
Creo que es así de simple. No se trata de saber entonar una canción, de tener una buena voz. Se trata de saber cantar, de hacerlo con sentimiento, con coraje. De conectar con quien escucha, de transmitir. De saber transmitir.
Es una pena que existan voces increíbles que no tengan el reconocimiento que merecen. Cuestión de suerte, marketing, dinero, discográficas, crisis musical… No debería existir nunca ningún muro entre una voz que quiere cantar y un oído que quiere escuchar. Entre dos almas que quieren conectarse, como se conectan los amantes...




amantes - malahe


sábado, 30 de agosto de 2014

lejos de lisboa

Pablo Guerrero adaptó este fado para la inigualable voz de Pasión Vega. "Lejos de Lisboa" pertenece a uno de estos discos perfectos que de vez en cuando aparecen… y permanecen. "Banderas de nadie". Maravillosa canción y maravilloso disco. 





La melancolía de calles antiguas 
que huelen a mares. 
Gente que camina y luces de luna 
de barcos que parten. 
Si cierro los ojos puedo ver las calles 
por donde anduvimos. 
Y escuchar canciones que hablan 
de un destino que nunca tuvimos. 

Poemas del aire vendrán hasta aquí 
lejos de Lisboa y lejos de ti. 
Amor recordado tristeza sin fin 
lejos de Lisboa y lejos de ti. 


La ropa tendida al sol de la tarde 
banderas de nadie. 
Las calles en cuesta 
que suben a un cielo 
de azules que arden. 
Plazas con palomas 
puestos de claveles y de rosas blancas 
la ciudad antigua guarda la memoria 
de un tiempo que escapa. 


Todo hijo es padre de la muerte de su padre

"Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre.

Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso. Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar. Es cuando el padre, que en otro tiempo había mandado y ordenado, hoy sólo suspira, solo gime, y busca dónde está la puerta y la ventana - todo corredor ahora está lejos. Es cuando uno de los padres, antes dispuesto y trabajador, fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda sus medicamentos.

Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendró depende de nuestra vida para morir en paz.

Todo hijo es el padre de la muerte de su padre.

Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas. Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres. 

La primera transformación ocurre en el cuarto de baño. Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la bañera. La barra es emblemática. La barra es simbólica. La barra es inaugurar el “destemplamiento de las aguas”. Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento.

La casa de quien cuida de sus padres tendrá abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extenderán en forma de barandillas .

Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones. Seremos extraños en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupación. Seremos arquitectos, diseñadores, ingenieros frustrados. ¿Cómo no previmos que nuestros padres se enfermarían y necesitarían de nosotros?

Nos lamentaremos de los sofás, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obstáculos y la alfombra. Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece sólo en el funeral y no se despide un poco cada día.

Mi amigo Joseph Klein acompañó a su padre hasta sus últimos minutos. En el hospital, la enfermera hacía la maniobra para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las sábanas cuando Joe gritó desde su asiento:

- Deja que te ayude.

Reunió fuerzas y tomó por primera a su padre en su regazo. Colocó la cara de su padre contra su pecho. Acomodó en sus hombros a su padre consumido por el cáncer: pequeño, arrugado, frágil , tembloroso. Se quedó abrazándolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable.

Meciendo a su padre de un lado al otro. Acariciando a su padre. Y decía en voz baja:

- Estoy aquí, estoy aquí, papá!

Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí". 


(Fabrício Carpinejar "Todo filho é pai da morte de seu pai")




Ludovico Eunaudi - Nuvole Bianche