domingo, 29 de marzo de 2015

Esta boca es mía

Es curioso la cantidad de preguntas raras que te pueden llegar a hacer en una entrevista de trabajo. Aunque mi experiencia entrevistil es escasa, por suerte, os aseguro que me ha tocado responder a más de una de esas preguntas catalogadas como... peculiares.
Nunca se me olvidará una de ellas. Fue un día caluroso de julio, quizas el motivo de los desmesurados y nada disimulados cercos sudoriles del entrevistador. El lugar también fue algo singular. Una habitación de hotel, con su cama, su minibar y una maleta a medio deshacer al ladico del asiento que estaba destinado a mi, no es lo más normal del mundo. Incluso dudo que aparezca como lugar propicio en los innumerables libros que aconsejan sobre cómo no cagarla en estos menesteres.
Pero bueno, dejando aparte la apariencia del entrevistador, nombre de la empresa a la que pertenecía semejante personaje y lugar de la entrevista, voy a centrarme en la curiosa pregunta que me hicieron después de llevar varios minutos en ese agradable escenario: ¿cuál es tu canción preferida de Sabina? En ese momento, convertida en una persona ojiplática, le respondí que era imposible decantarme por una sola canción del maestro. Haciendo un esfuerzo, creo que ahora mismo sí podría elegir esa canción que nunca me cansaré de escuchar, pero en aquella habitación de hotel, nada de dulce hotel, me sentí incapaz de hacerlo.
Mis pupilas se dilataron hasta límites insospechados cuando no contento con mi respuesta, el entrevistador se interesó entonces en saber cuál era mi disco preferido de Joaquín, matizando que quizás así me resultara más fácil elegir. "Física y química" fue mi respuesta, añadiendo que aunque desconocía si de verdad era mi favorito, sí era el disco que me había enganchado al flaco.
Y como pasa en la mayoría de las situaciones, la culpa de todo la tiene una canción, y en este caso, "Peor para el sol" la tuvo.

Con el tiempo me he dado cuenta de que mentí, creo que no es mi disco preferido de Sabina. "Yo, mi, me, contigo" sería el que elegiría entre tanta maravillosa poesía que tiene este hombre en forma de cd. Pero hoy quiero hacer una mención especial a este otro, injustamente relegado a un segundo plano en la carrera del flaco y que incluye auténticas obras de arte. Porque como ya he dicho en más ocasiones, a veces... las personas y las cosas que permanecen a la sombra de otras... son las mejores, las que merecen la pena conocer, escuchar, sentir, oír, vivir... y enamorarte de ellas.
Hoy, domingo de ramos, llevo media tarde enamorándome de cada letra de este disco.

Será que esta boca es mía, sin más.




miércoles, 25 de marzo de 2015

Llevar 79 días sin fumar...

... o cómo intentar recuperar un blog más muerto que vivo.

Reconozco que he tenido que pedirle ayuda al calendario para saber con exactitud los días que llevo sin fumar. Algo que considero positivo, porque al principio creo que contaba hasta los minutos de abstinencia tabaquil que llevaba.

Con esta parrafada que se avecina, no pretendo dar consejo alguno de cómo dejar de fumar, ni la menor intención tengo de ello. Nunca me he considerado tan ejemplar como para aconsejar, y en este caso no voy a pensar diferente. Sólo quiero hablar de mi experiencia personal intentando no caer en tópicos de este estilo: "si yo he conseguido dejarlo todo el mundo puede", "el truco está en quererlo dejar", "hay que encontrar el momento perfecto para hacerlo"... A veeeeeeeer, vamos a tener una cosa clara desde el principio. Igual que cada persona es diferente y suele reaccionar de forma distinta hacia un problema, con el tabaco pasa lo mismo. Pienso que no hay dos fumadores iguales, por eso nunca he creído en las ayudas médicas o farmacológicas que te aseguran un éxito en tu intento de no fumar, pero supongo que habrá gente a la que sí les ha ayudado. Por eso hay que tener especial cautela a la hora de aconsejar sobre cómo dejar el tabaco, y por eso no lo voy a hacer en esta parrafez. Sólo voy a contar cómo he conseguido estar 79 días sin fumar y los motivos que me han echado un cable para tal menester. Que ayuda siempre hay, aunque sea indirecta.

El primer motivo que hizo que ese cigarro del 5 de enero fuera mi último cigarro, fue una bronquitis. Si bien tenía en mente dejarlo... hacía como la mayoría que piensa también hacerlo, alargar el día en el que estrujas ese último cigarro en el cenicero, y reconozco que esa bronquitis ayudó. Que una médico de urgencias, cuya simpatía no le acompañaba lo más mínimo en su guardia de aquella noche, te diga que no te puede mandar ninguna medicación más porque fumas y el problema es tuyo... ayuda, os lo aseguro. Quizás era el aviso que necesitaba, y el miedo viene bien a veces.
Sin saber por qué, desde ese momento supe que no iba a volver a fumar, que ya había llegado al límite. Y es que me daba asco a mi misma.

Lo peor de este motivo es que en cuanto te curas de la bronquitis... se te olvida. Y vuelven esas ganas de llevarte un cigarrillo a la boca. La ansiedad hace que no recuerdes las veces que has tenido que utilizar el inhalador. Lo único que quieres es fumar. Y ahí es cuando viene el segundo motivo: el miedo al fracaso.

Creo que mi vida puede resumirse en una suma de fracasos. Sin más. La mayoría de las cosas que me he propuesto en estos... "ventitantos" años que calzo, se han quedado en querer hacer para luego nada. Incluso el terminar la carrera se lo debo a este motivo, al no querer sumar un nuevo fracaso a mi lista, aunque de sobra sabía yo que no iba a trabajar de contable en mi vida. Pero este es otro tema del que no voy a hablar ahora. A mi me vino bien decir a los cuatro vientos que dejaba de fumar, tanto a familiares como a amigos. Así, cuando me entraban esas locas ganas de fumar, pensaba en ellos, y en el qué iban a pensar de mi si me volvían a ver echar un propósito en saco roto. Otro más... Y sí, aunque el motivo debía ser mi salud, mi bienestar y bla bla bla... a mi me ayudó más el "qué dirán de mi" y la decepción que podía provocar a mi alrededor. Y no me apetecía volver a pasar por eso, la verdad, así que el pánico a un nuevo fracaso me ha ayudado más de lo que podéis llegar a imaginar. Por primera vez, doy gracias por ser una especie de fracasada viviente ;-)

¿Más motivos para no haber caído en la tentación tabaquil? claro que los hay! El no asfixiarte cuando haces deporte, por ejemplo. Salir a correr y que no te duela el pecho ni te cueste respirar... es increíble, y todavía me parece mentira cada vez que lo compruebo. Recuperas las ganas de cuidarte, de llevar una vida sana, de comer ensaladas... Sí! de comer ensaladas! bueno... ensaladas y todo lo que se te ponga por delante, porque aunque ahora sí vaya a caer en el tópico más común, dejar de fumar aumenta de manera brutal tu apetito, y engordar... engordas. La cantidad de kilos ya depende de la fuerza de voluntad que tengas al pasar por las tabletas de chocolate del súper o al servirte la tortilla de patatas de tu madre, pero te pasarías todo el día comiendo, y si no lo haces es porque a partir de los treinta... ya cuesta perder esos kilos que coges, y no me apetece para nada que se me suba la cintura! porque eso es lo que nos pasa a las mujeres a estas edades, que engordas y la cintura se te sube por la espalda hasta rozar casi la nuca! no se... muy raro. Pero esto también es ya otro tema que no quiero tocar, sobre todo por pena! Ains... qué pena de "cuerpas", cómo cambian cuando dejas los veinte, por dios! 

Otra cosa "maravillosa" que me pasó al poco tiempo de no fumar fue convertirme en Ferrero Rocher. Sí, era un auténtico bombón, y no por apetecible y sexy, nooooooooo... sino todo lo contrario! Porque una cosa es que te salga un grano, o dos, o tres, pero... toda la cara? en serio? es necesario?? En este caso sí acudí al médico, porque una cosa es coger unos cuantos kilos y otra muy diferente verte fea de cojones. Que una nunca ha sido un bellezón, hasta ahí llegamos, que seré la eterna "sí, es muy simpática esta chica", pero joooder... eso era pa'echarle de comer aparte. Que ya me veía volviendo a fumar por estética, leches! Si según Góngora, Quevedo era un hombre a una nariz pegado, durante un par de semanas yo fui una mujer a un grano pegada, y no exagero. 
Pero bueno, con un antibiótico y un jabón especial, empezaron a desaparecer los susodichos y volví a recuperar mi cara, por lo que otro problema resuelto. 

Y podría escribir mucho más! pero creo que ya os he mareado lo suficiente, no? Otro día daré las gracias a toda la gente que sigue a mi lado pese a los ramalazos de mala leche que me aparecen por doquier, o también podría investigar sobre el aumento en los beneficios que seguramente haya tenido "Chupa Chups" últimamente gracias a mi... En fin, que estos 79 días dan para una trilogía, eso os lo aseguro. 

No me quiero despedir sin añadir algo. Ser exfumador significa que en cualquier momento puedes volver a caer. Para mi, una persona que fuma siempre será fumadora, hasta que muera, aunque en ese momento lleve treinta años sin hacerlo. La única forma de no fumar es no haberlo hecho nunca. Y quien diga lo contrario... miente. 
Ahora sí me atrevo a dar un consejo. En esto sí. Si nunca has fumado... no lo hagas, y si eres tan sumamente imbécil de empezar a hacerlo, como fui yo en su día, piensa en esta frase: "Dejar de fumar es muy fácil! yo lo he dejado un millón de veces..." ;-)