domingo, 11 de marzo de 2012

mi primer walkman

Cuando era pequeña me gustaba encerrarme en la habitación de mi hermano, aprovechando cuando no estaba en casa... y aprovechándome también de su buena colección de cds. No se si se llegaba a enterar, porque luego me preocupaba de dejar todo como él lo tenía, siempre ha sido muy ordenado con sus cosas, y más con su música, pero me compensaba correr el "riesgo" de llevarme una pequeña bronca a cambio de los buenos momentos que pasaba entre tanta música. Como curiosidad comentaré que desde que se casó esa habitación es la mía, siendo la más pequeña de toda la casa, no se si serán esos recuerdos los que me hicieron cambiarme, pero me encanta. Bien, pues en esa pequeña habitación escuchaba de todo, desde música clásica hasta soul, desde pop hasta rock. Mis otros hermanos también tenían música, pero la que escuchaba mi hermano Juanen siempre me llamó más la atención, puede que sea el culpable de mi, quizás, algo "añejo" gusto musical, refiriéndome con ese añejo a que, tal vez hoy en día, aún siga prefiriendo escuchar grupos de hace algunos años a los actuales, con la excepción de Amy, claro está. También culpo (léase "culpo" como sinónimo de "agradezco") a mi hermano por hacerme uno de los mejores regalos que me hicieron de pequeña, me regaló mi primer walkman, cuando sólo "calzaba" doce años. Todavía recuerdo lo que significó para mi ese regalo, podía escuchar toda la música que quisiera a través de unos simples auriculares y en un walkman… mío! no me lo creía. A partir de ahí me hice clienta habitual de "Hiper Music", una tienda de electrónica que había a la vuelta de mi casa, y era raro el mes en el que no "caían" varios cassettes para grabar. Recuerdo que los que más me gustaba comprar eran de 90 minutos y de cromo, que se escuchaban con mayor calidad. Mi hermano también fue el que se encargó de grabarme las primeras cintas, yo le tenía especial cariño sobre todo a dos de ellas, un variado de soul increíble que me preparó él y "Astronomía razonable", de El último de la fila. También me gustaba pasarme las horas muertas en Itaca, única tienda especializada en música que había por aquellos años en Badajoz (hoy no queda ninguna) y cuando conseguía ahorrar un poco de dinero, comprarme alguna cinta o cd. Mi primera cinta original fue una de Bon Jovi, no recuerdo si "Cross Road" o "These Days", y mi primer cd el gran "Jagged little pill", de Alanis Morissette, que aun hoy conservo y que me sigue encantando. Aprendí a grabarme mis propios casettes y esa fue mi perdición, mi perdición y el comienzo de mi obsesión por la música.

Después llegó otro regalo, creo que de parte de mis tres hermanos, y fue mi primer radio casette, con doble pletina!! ni me lo creía...
Pasaban los años, y a ese pequeño (gran) walkman lo sustituyó otro más moderno, luego otro. Tres walkman he tenido, usado y amortizado en mi vida. Empecé a trabajar con dieciocho años y mi primer mes de pizzera financié una minicadena, las cintas estaban bien, pero nunca alcanzaron la comodidad y calidad de un cd. Todavía recuerdo la tarde que la compré, acompañada por el mejor asesor musical que podía tener, mi hermano, y también la cara de felicidad con la que llegué a casa con mi minicadena sony, que todavía tengo y que bien buena me ha salido, he de decir, porque buenos tutes le he dado todos estos años. Al poco tiempo me compré mi primer discman, abandonando poco a poco mi walkman y los casettes, aunque fui de esas personas que se resistían a hacerlo. Grabar una cinta tenía una "cosilla" peculiar que nunca tendrá grabar un cd, y rebobinarlas con un bolígrafo para ahorrar pilas… no tenía precio, porque en pilas me dejaba unas buenas "perras" :-) Pero la comodidad de un cd a la hora de escucharlos y grabarlos consiguió que me olvidara por completo de esos queridos casettes que tantas buenas horas me habían dado.

Después llegó el mp3. Yo con mi discman estaba muy contenta, pero poco a poco me fueron "engatusando", hasta que le comenté al de siempre, a mi hermano, que tenía ganas de comprarme uno, recomendándome el recién salido iPod Mini, con un precio muy alto, pero del que me enamoré completamente, y aprovechando mi primera beca de universidad… me lo compré. A ese iPod le han seguido cuatro iPod más. Los dos primeros se me estropearon por la dichosa batería, el tercero se me "suicidó" por la ranura del ascensor, el cuarto es el Nano que tengo ahora mismo, y el quinto fue un pequeño Shuffle que me pillé hace unos meses.

Luego llegó mi último cumpleaños, y mis amigas me sorprendieron con el mejor regalo del mundo, un tocadiscos, junto a los dos mejores vinilos del mundo, "Frank" y "Back to black", de Amy. Al mismo tiempo descubrí el interesante, inigualable y goloso mundo Amazon, y es raro el mes (por no decir la semana) en el que no recibo algún vinilo o cd. Me propuse comprarme un sólo vinilo al mes, pero ya tengo nueve… y mi cumpleaños fue en octubre, así que… o no me salen las cuentas o es que hay algo que no cumplo del todo :-) Mi primer vinilo comprado fue uno de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, y el último me llegó hace unas semanas, uno de The Ronettes, que desde que vi a Amy recomendándolo en un documental, no he parado hasta que lo he encontrado, al final en Reino Unido, pero a un precio más que decente, y es un discazo y un grupazo que me ha encantado descubrir y que recomiendo.
Este mes me estoy aguantando sin comprarme ninguno, aunque el nuevo de The Cranberries me está "llamando", pero me he conformado sólo con el cd. Abril llega con lo nuevo de Marlango y Anni b Sweet, y prefiero incumplir mi promesa de "vinilo al mes" y comprarme los dos en cuanto salgan.

Bueno, y os preguntareis… a qué viene semejante parrafada? La verdad es que ni yo lo se. A lo mejor lo único que voy a conseguir es que termineis de deducir, si es que todavía no habíais llegado nunca a esa conclusión, que estoy medio "pillá", o que soy una obsesiva y novelera con la música. Y eso que hay cosas que no he comentado. Por ejemplo, cuando era pequeña y contaba los días que faltaban para la siguiente clase de música en el colegio, y lo rápido que se me pasaban esas clases, y lo feliz que era en ellas, y todo lo que se aprendía… Y tampoco he comentado, aunque eso quien me conoce lo sabe, las horas que me gusta pasar en la fnac cada vez que voy a Madrid, o cuando fui a París o a Lisboa… A lo mejor de esto también tiene culpa mi hermano, ya que la primera vez que fui a Madrid, al primer sitio al que me llevó fue a la fnac de Callao, rodeando antes el Bernabeu con el coche, eso sí :-)

Pensaba hacer una pequeña introducción antes de escribir sobre lo que primeramente quería escribir, pero parece que se me ha ido un poco de las manos, no pensaba enrollarme tanto. Ventinueve años dan para mucho, y por poco hago un resumen de todos ellos en una sola entrada. Al más fiel estilo Paco Umbral: "yo he venido a hablar de mi libro", yo realmente quería hablar de la noche de ayer. Hace una semana se me ocurrió comentarle a una amiga que tiene un bar, que si alguna vez necesitaba a alguien que se encargara de la música… me lo dijera, que me ofrecía gustosamente a convertirme en DJ por unas horas, y me dijo: "elige día". Anoche tuve la oportunidad de disfrutar como una enana durante más de cinco horas, con las compañía de mis mejores amigos, y eligiendo, una tras otra, las canciones que quería que sonaran. Realmente no se si lo hice bien, regular o mal, porque aunque llevo años grabando cintas y cds para mi y para los demás, es algo muy diferente. Habrá gente que piense que el trabajo de un disc jockey esté sobrevalorado, que es algo fácil que cualquiera sabe o puede hacer o que incluso no es indispensable en un buen bar, pero es algo complicado. Una buena canción mal colocada en orden, puede pasar totalmente desapercibida durante una noche, ocurriendo lo mismo al revés, un tema normalejo puede convertirse en temazo si sabes meterla en el momento justo. Y es esencial la música, ya sea en un bar o en tu propia vida. Una buena amiga mía siempre dice que la música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido, y yo pienso que provoca mucho más que eso, es el arma más fácil y manejable para jugar con los sentimientos y estados de ánimo de las personas. La música es capaz de tranquilizarte y de animarte, de hacerte llorar o reir. Sólo la música es capaz de provocarte que olvides o recuerdes, que sueñes o vivas, que vivas o mueras. Un mundo sin música sería impensable….

Pero bueno, ya me estoy volviendo a enrollar, y es que mi problema en esta entrada creo que es ese, que cuando me pongo a hablar de música nunca hay suficientes palabras, y podría tirarme horas haciéndolo. Hoy sólo quería comentar algo, y es que anoche fui muy feliz, a la mayoría le parecerá una tontería y una exageración todo esto, y lo veo normal, porque incluso hasta a mi me lo parece, pero disfruto y vivo la música hasta niveles… ridículos, y tal vez sólo por los cinco minutos que dura "Idioteque", una de mis canciones preferidas de Radiohead y que anoche tuve la suerte de poder escuchar por primera vez en un bar… han merecido la pena tantas cintas y cds grabados, escuchados y vividos.

Desde aquí, mi pequeño blog, lo único que puedo hacer es dar las gracias a todas las personas que hicieron que la noche de ayer fuera especial, y me parecería injusto no dar las gracias también a la persona que más he nombrado en esta entrada. Diecisiete años después, te vuelvo a dar las gracias por ese primer walkman, Juanen ;-)



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