A medida que vas creciendo aprendes a vivir, hay cosas que te enseñan y otras que aprendes por ti mismo. Pero hay algo que nadie te puede enseñar, que pocas veces aprendemos y que deberíamos tener presente desde pequeños, y es valorar lo que tenemos. Y no lo hacemos, casi nunca lo hacemos. Porque somos egoístas, siempre queremos más.
¿Te has parado a pensar alguna vez qué es para ti la felicidad? Aprender a valorar tu vida es esencial para empezar a ser feliz. Por desgracia, nuestra sociedad nos ha mostrado una clase de felicidad basada en el consumismo. Más tengo… más feliz soy. Y no es así, la felicidad es algo más sencillo, la felicidad es aprender a disfrutar de lo que tienes, desde lo más pequeño a lo mayor. Una sonrisa, un abrazo, una mirada, una frase, una… simple palabra. No valoramos nada, ¿para qué? es más fácil quejarse. Y esa rutina de insatisfacción se convierte en una nube negra que nos impide ver más allá de nosotros mismos, y no nos damos cuenta de que la vida quizás se esté portando demasiado bien con nosotros. Que tendremos nuestros problemas, pero que a lo mejor para algunas personas el problema es no poder ni tan siquiera sonreír, el no poder vivir. Y lo ignoramos, es más fácil seguir comportándonos como unos putos egoístas y pensar que la vida con quien se ha cebado es con nosotros, porque no tenemos el trabajo de nuestros sueños o porque no nos podemos ir de vacaciones este verano. Joder, que la vida es algo más que eso, que lo que de verdad importa, por suerte, lo tenemos al alcance de la mano, y que no le prestamos atención porque nunca nos ha faltado. Y que hay gente que nunca lo ha tenido. Que nunca ha tenido esa mano que necesitaba para levantarse, que nunca ha tenido esa sonrisa, ese abrazo, esa mirada, esa frase, esa… simple palabra. Y que mientras nosotros nos quejábamos por suspender un examen o por no poder ir a un concierto, había personas que buscaban esas "pequeñas y simples" cosas por el camino equivocado, ignorando que al mismo tiempo su vida se iba consumiendo poco a poco, hasta llegar incluso a desaparecer por completo.
Y puede que al final sea así, que la vida con quién ha sido más injusta... es con nosotros, por no darnos esa capacidad de valorar lo que tenemos, hasta que llega el día en que te cruzas con esa persona que en su día se perdió y entregó su propia alma por tener todo aquello que a nosotros nos parece insignificante, pero que verdaderamente es lo que da sentido a este absurdo juego llamado vida. Y es cuando empiezas a valorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario